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sábado, 2 de enero de 2010

¿Será José Mujica el cuadragésimo presidente constitucional uruguayo elegido en forma democrática?

Semejante pregunta -por evocar en forma enigmática lo que se augura como un hito de particular significación para la vida institucional de nuestro país, por aludir sospechosamente a una eventualidad inquietante y hasta por sugerir el cuestionamiento de algo que nadie pondría en tela de juicio a menos que hubiese objetado la transparencia del proceso electoral- puede parecer algo tonto, frívolo, intempestivo y hasta malintencionado…; en consecuencia, como pretendo que se continúen leyendo estas líneas con seriedad, lo primero que haré será declarar enfáticamente que no sólo es pertinente y oportuna sino también que abordarla sensatamente nos ahorrará incontables padecimientos a corto, a mediano y a largo plazo…; … además, encontrar la respuesta correcta no será difícil para nadie…; bastará disponer de cierta información útil a fin de orientar un curso de pensamiento lógico tomando como punto de partida conocimientos elementales, ordinarios…

… nadie ignora, por ejemplo, que la palabra democracia identifica una modalidad organizativa en la que los designios expresados por los individuos que adoptan esta norma de relacionamiento es el factor que determina su actuar mancomunado y que según la mayor o menor incidencia que tengan en lo resuelto es dable distinguir tres diferentes categorías: “directa” -cuando manifiestan lo que desean con respecto a cada tópico de su incumbencia mediante sufragio universal-, “representativa” -cuando escogen personas para que decidan a nombre del conjunto- y “participativa” -cuando transfieren potestades a ciertos delegados pero también intervienen votando en plebiscitos y referéndums-…; … lo común a tales ramificaciones -por supuesto- es que todas ellas proclaman como fuente legítima de poder público la voluntad soberana del pueblo…

…ahora bien, lo que pocos han oído siquiera mencionar es un vocablo de sonido tan desagradable como la idea que trasunta y son todavía menos los que saben algo acerca de la iniquidad encubierta y sutil que denota: “oclocracia”…

…este concepto -significativamente casi desterrado por completo de la cultura cívica universal- es el dato faltante para resolver la interrogante propuesta…

… según los postulados aristotélicos, la “oclocracia” era una de las tres maneras en las que fatalmente degeneraban las formas de ordenamiento social “puras”…; … ésta -en particular-, debía entenderse como desnaturalización de la “politeia”, por cuanto ya no era “gobierno del pueblo” sino “tiranía de una muchedumbre” …

… hacia el año doscientos antes de Cristo el historiador griego Polibio también se refirió a la “oclocracia” y la describió como una trágica especie de avasallamiento sistemático por el que cierta multitud impone a la comunidad manejos inapropiados o la inhibe de poner en práctica regulaciones indispensables o convenientes…;… al desarrollar su famosa teoría cíclica de la sucesión de sistemas políticos -“anacyclose”- la presentó como el peor de los regímenes…; como el último estadio en la perversión del poder…

… el propio Maquiavelo se ocupó de analizar el fenómeno…

… empero, sus causas fueron explicitadas por Jean Jacques Rousseau: el envilecimiento de la democracia y su nefasta involución hacia la oclocracia era consecuencia meramente de manejar los asuntos de interés colectivo según la “voluntad mayoritaria” y no en función de la “voluntad general”…

… esta notable conclusión seguramente fue producto de su genio intuitivo y no de inferencias racionales…; haber elaborado una línea discursiva rigurosa que desembocara en ese corolario le habría demandado al eximio teórico francés no sólo delimitar antes de manera técnicamente precisa el todavía hoy evasivo concepto de “voluntad general” sino también haber establecido pautas que sirvieran para medir ese parámetro con exactitud inequívoca…; dos requisitos indispensables para distinguir y comparar su naturaleza y su dimensión con los atributos correspondientes a esa otra magnitud engañosa pero fácilmente aprehensible y mensurable que permite incluso al menos perspicaz de los hombres discernir en forma clara y contundente cuál es el talante que predomina en el seno de una comunidad cualquiera que debe optar entre dos alternativas: la “voluntad mayoritaria”…; … y nada conduce a suponer que haya superado con éxito esas limitaciones cognitivas…; …justamente las mismas que nos impiden aún ahora sobreponernos al generalizado y fatídico extravío de la oclocracia…; … recién hacia fines del siglo XX y en ámbitos vanguardistas no académicos, heterodoxos y muy restringidos ha comenzado a definirse como “voluntad general” el deseo que tendrían todos los miembros de un grupo en el caso hipotético de que ansiaran lo mismo, conservando inalterado su balance anímico global …; …y sólo unos años atrás pudo hallarse un procedimiento efectivo para evaluar ese designio con rigor matemático…, para expresarlo incluso gráficamente mediante un vector “gnoseotrópico”…

… por esto, a partir del dilema expuesto en el encabezamiento propongo como ejercicio intelectual que se intente contrastar lo peculiar de las dos modalidades organizativas reseñadas: oclocracia y democracia…; … en cuanto se las confronte resultará evidente que donde rige la opinión prevaleciente jamás puede haber un “gobierno de todos”…; … que se trata de sistemas políticos divergentes…; que no es posible conciliarlos…; que surgen de planteos contradictorios, antagónicos, incompatibles…; … que uno presupone reconocer el derecho de cada sujeto a gravitar en las cuestiones de interés compartido y el otro implica despojar a quienes integran el sector minoritario de toda incidencia real en aquello que les incumbe por el mero hecho de no pertenecer al bando más numeroso…; …porque atribuir a estos últimos alguna clase de gravitación aduciendo que tuvieron derecho a participar en el proceso electivo es absurdo: al votar en la forma que la oclocracia posibilita el único resultado efectivamente logrado por esa parte de la comunidad que podría ser incluso tan relevante como la mitad menos uno de sus miembros es haber quedado completamente al margen de lo resuelto por no compartir el criterio preponderante …

… aunque lo verdaderamente útil para los que acepten el desafío de responder a la inquietud formulada en el título será comparar las consecuencias de utilizar el criterio para tomar decisiones inherente a cada una de las formas asociativas reseñadas: “voluntad mayoritaria” o “voluntad general”…; …quienes lo hagan observarán de inmediato que ambos métodos generan dinámicas operativas divergentes…; que llevan a estructuras comunitarias radicalmente distintas…; que originan realidades culturales, económicas y sociales contrapuestas…; que las reglas electorales instituidas por la oclocracia de ninguna manera permiten conocer el genuino sentir colectivo…; que paradójicamente la bipolaridad maniquea implantada por el reduccionismo simplista que imponen al sufragio provoca fatalmente gruesos errores de apreciación e impiden conocer siquiera las opciones generadoras de máximo apoyo y de mínimo rechazo en la población, a pesar de ser éste su propósito manifiesto…; que por todo ello lejos de contribuir a la mejor inteligencia recíproca entre las personas atentan directa y gravemente contra su entendimiento mutuo …; que provocan divisiones, desigualdad, insatisfacciones, marginamiento, exclusiones e injusticias difíciles de solucionar y hasta de mitigar y que tarde o temprano desencadenan instancias de violencia incontrolable…

… y advertir esto habrá sido lo realmente importante…; la disyuntiva que se procuraba elucidar fue simplemente un pretexto…; en definitiva, José Mujica nunca será el cuadragésimo presidente constitucional uruguayo elegido en forma democrática simplemente porque -para desconcierto y alarma de los incautos- jamás hubo alguno antes …; … he ahí la verdadera causa de la perpetua conflictividad que sacude a nuestro país…; la misma que aflige al mundo entero…